lunes, 22 de septiembre de 2008

Artículo: La Estimulación Temprana favorece el desarrollo mental y emocional del niño.

La estimulación temprana favorece el desarrollo mental y emocional del niño (artículo aparecido en El periódico de la farmacia, 1ªquin. Feb. 2007) Ya al nacer, nuestro cerebro alberga neuronas con funciones específicas, mientras otras esperan su turno para ser activadas. Con la aplicación de una metodología de estimulación temprana, el bebé es capaz de ejercitar de forma adecuada su inteligencia. Se cree que disponer de un cerebro moldeable es lo que ha permitido a la especie humana progresar y sobrevivir.
NUESTRO CEREBRO ACTÚA BAJO EL PRINCIPIO: “ÚSALO O PIÉRDELO PARA SIEMPRE”
Apesar de que la maduración del cerebro humano requiere mucho más tiempo que el de la mayoría de las especies, un bebé, dicen los expertos, es un potencial de sabiduría. Nada más abrir los ojos se presenta ante él todo un mundo por explorar, de ahí que, a medida que va madurando en destreza y habilidades, su curiosidad no conozca límites. ¿Cómo encauzar y desarrollar al máximo tamaño potencial de sabiduría en ciernes sin alterar su crecimiento? Pues es ahí cuando entra en escena la estimulación temprana. En este caso no estamos hablando de la atención temprana, concepto que surgió a mediados del siglo pasado y que obedece a la estimulación que se aplica a niños que nacen con alguna discapacidad física o psíquica, no extrapolable a la estimulación a niños sanos, una práctica posterior que comienza a introducirse en nuestro país, todavía de forma un tanto tímida, pero que paulatinamente se va consolidando. En este marco se entiende por estimulación temprana un conjunto de medios y técnicas con base científica que, de forma sistemática y secuencial, se aplican a bebés de 0 a 6 años para desarrollar al máximo su capacidad cognitiva, física, emocional y social. SupervivenciaCuando nacemos, nuestro cerebro alberga un gran conjunto de neuronas, algunas de las cuales ya tienen una misión y función específicas cuya actividad comienza en cuanto vemos la luz: nos ayudan a respirar, llorar o succionar. Pero existen otras neuronas que están esperando su turno para ser activadas e interconectadas entre sí, para realizar tareas más complejas, y establecer la auténtica potencialidad del cerebro humano. Según algunos especialistas, nuestro cerebro actúa bajo el principio: "úsalo o piérdelo para siempre". Quiere ello decir que si un área cerebral no es estimulada a tiempo, las neuronas mueren y ya no resulta posible recuperar esa función. En principio, la mayoría de habilidades del bebé están relacionadas con su supervivencia: respirar coordinadamente, succionar para alimentarse, llorar para llamar a su madre o aferrarse a aquello que toca. Lo que se pretende con la estimulación temprana no es acelerar su desarrollo natural ni mucho menos hacer de él un genio prematuro, pues esto supondría llevar al niño al terreno caprichoso de los padres, y no a lo que puede y le gusta hacer. Obviamente no todos los niños son iguales, ya que cada uno tiene su propio ritmo de desarrollo individual, el cual depende de la maduración del sistema nervioso.Lo que persigue la estimulación infantil es el desarrollo mental, motor, social y emocional del niño, y hacerlo sentirse cómodo en su medio ambiente, lo cual, al llegar a la edad adulta, se traduciría en personas con capacidad para adaptarse y competir en mejores condiciones, con capacidad para conocer y aprender diferentes tecnologías, de apreciar el arte, de comunicarse y de estar satisfechos consigo mismos. Pero existe una carrera contra el tiempo. Los investigadores han constatado que, si la estimulación temprana se inicia tarde, los resultados son pobres por no decir nulos, mientras que cuando más temprano comienza los resultados son mejores. Así, a partir de los tres años el desarrollo neuronal decrece y prácticamente se extingue a la edad de seis años.De acuerdo con los especialistas, la etapa de mayor plasticidad neuronal del cerebro es la que discurre entre los 0 y 3 años. A los siete ya tenemos desarrollada nuestra masa encefálica en un 90%. Se cree que disponer de un cerebro moldeable es, precisamente, lo que ha permitido a la especie humana progresar y sobrevivir incluso ante las condiciones naturales más adversas. La estimulación temprana aprovecha esta capacidad de aprendizaje y adaptabilidad del cerebro para, mediante diferentes ejercicios, juegos, y la repetición de lo que se viene a llamar unidades de información o bits, proporcionar al bebé una serie de estímulos repetitivos, de manera que se potencien aquellas funciones cerebrales que a la larga resultan de mayor interés, es decir, además de la faceta intelectual, como la capacidad para la lectura o el cálculo matemático, los aspectos físicos, sensoriales y sociales del desarrollo. Al igual que aprendemos a hablar a base de oír diaria y machaconamente los sonidos del lenguaje, el cerebro del bebé es capaz de adquirir toda otra serie de conocimientos mediante la repetición sistemática de estímulos o ejercicios simples.

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